Este cuento se lo he dedicado a mis siete nietos, que a continuación nombro por edades y cronología de nacimiento: Manuel, Juan, Celia, Juan José, Lola, Andrés y Antonio.
El contenido de la narrativa, viene a ser como todos los cuentos, que a mí me contaban mis abuelos, aunque en aquella época, no eran tan sofisticados como los de ahora, entonces no existía la televisión, y sólo podíamos escuchar algún que otro radio galena, o alguna algo más moderna de batería.
En mi casa tuvimos la suerte de disfrutar de una radio Philips, de las llamadas de peineta y mi casa se llenaba de vecinas para escuchar los recitales y aquellas historias por capítulos que daban en Radio Nacional, única cadena existente.
En la que Juana Ginto, Agustín Embuena y otros actores cautivaban a las mujeres con sus historias de amores imposibles, María Rosa y la Portera de la Fábrica etc.
Pero El Bosque Encantado, es una deliciosa historia de dos niños llamados Manuel y Juan, que se adentran en un inmenso Bosque, en el que viven una verdadera odisea de encuentros, sustos, alegría y un sin fin de anécdotas que solamente las pueden narrar o contar ellos. ¿Fue una historia vivida, o sólo se trató de un sueño?, eso no puede saberlo nadie, sólo ellos lo saben, y para contarla estan estos dos niños, sus amigos los gnomos y el libro. Aunque ¡Qué pena! Ya está agotado.
Antonio Ortega Serrano, siguiendo su condición de investigador de la historia, nos regala con singular maestría esta novela histórica, que se desarrolla en la ciudad de Córdoba. Meditó mucho y muy intensamente sobre desenvolvimiento y el contenido antes de llevarla a la imprenta.
Para llegar a los hechos que narra, que se imagina que ocurrieron entre los casi legendarios Abderramán III y la bellísima Azahara, ha debido estudiar los acontecimientos acaecidos durante el periodo comprendido entre un día de julio del año 710, hasta el domingo 29 de julio de 1235, en que el rey Fernando III El Santo arrebató a Abul Hasán la ciudad.
Tendrían que acompañarme y yo con mucho gusto les iría explicando, cada
rincón, cada sitio emblemático, cada calle, cada casa, cada mirador que
posee, incluso desde las antiguas murallas que circundaron su entorno y
lo hicieron inexpugnable en tiempo de la dominación musulmana, cuando
brillaba como el sol de Andalucía el Califato de Córdoba y por supuesto,
sus maravillosos platos culinarios en los distintos restaurantes y
bares, regentados por expertos restauradores de la cocina tradicional de
este pueblo, que tiene el privilegio poseer las mejores carnes, tanto
del venado, como del jabalí, y porqué no decirlo, de la caza menor con
su diversa variedad de las presas más codiciadas, muy abundantes en la
Sierra de Hornachuelos, como: la liebre, el conejo, la perdiz roja, la
paloma, la tórtola, etcétera.
“Amigo Antonio, te has dejado atrás, esto o aquello otro”